“¿Era necesario hacerlo?”, es la reiterada pregunta que me han hecho desde que se cometió el asesinato de los trabajadores y los policías en el asalto al semanario “Charlie Hebdo”. La pregunta no versaba sobre si era necesario matar sino si era necesario dibujar, aunque tras mi respuesta reconocían que, desde luego, matar es peor que dibujar.
Los dibujantes de humor somos comúnmente considerados “ciudadanos” de segunda, en condición social rayana a la delincuencia o la indigencia (muchos son los dibujantes que no cobran por su trabajo en los medios de comunicación, que no es mi caso), por lo tanto perseguibles o custodiados, como ha quedado demostrado durante la historia y tal como lo explica en un magnífico artículo de John Tones que titula “Breve historia de la censura en los cómics”, publicado el pasado día 10 en el digital “eldiario.es”, en el que explica los ataques, las desapariciones, los juicios, los atentados, contra los autores de las viñetas y las historias dibujadas, sobre los que durante décadas tuvieron, y tienen, que soportar la pesada losa de la desconsideración y la incomprensión social.
¿Era necesario dibujar a Mahoma? ¿Era necesario prohibir dibujar a Mahoma? Teniendo en cuenta que Mahoma predicaba la misericordia y el respeto, ambas preguntas son innecesarias. Otra cosa sería ¿era necesario hacer estos dibujos a sabiendas de que te van a matar? En todo caso, los que utilizaron el rotulador no eran los asesinos.
La pregunta es: todos los que hablan de libertad de expresión y afirman que “je suis Charlie Hebdo” ¿creen en esa libertad de la que se ufanan? y ¿Son “Charlie Hebdo?
Pep Roig (dibujante de humor gráfico y periodista chusquero)
Artículo publicado en "Última Hora-Domingo", de Palma (Mallorca)
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