Philippe Val (París, 1952) perdió todos sus amigos en el atentado terrorista contra la redacción del semanario satírico Charlie Hebdo. Val, que dirigió esa publicación durante casi dos décadas, entre 1992 y 2009, refundó la revista a principios de los años noventa junto con no pocos de los ahora asesinados.
Ese ataque ha provocado un apoyo a la institución periodística que es Charlie Hebdo sin precedentes. Sin embargo, en 2006, cuando aparecieron las primeras caricaturas de Mahoma en Charlie Hebdo, Val y su equipo no lo tuvieron fácil. No ya por las amenazas, sino por las consecuencias judiciales que trajeron consigo los dibujos. Esto es lo que cuenta en esta entrevista realizada en 2008.
En 2007, representantes del Islam francés llevaron a Charlie Hebdo a los tribunales. Esa batalla legal quedó recogida en el documental del director francés Daniel Leconte
C’est dur d'être aimé par des cons (Es duro que te amen los gilipollas). En esta entrevista, realizada antes de que Val dejara la dirección de Charlie Hebdo, esta figura del periodismo galo daba cuenta de su estupefacción ante algunas actitudes generadas por las caricaturas en las altas instancias francesas.
¿Por qué fue importante el juicio a Charlie Hebdo por la publicación de las caricaturas de Mahoma y por aquella portada firmada por Cabu en la que se veía al profeta decir en alusión a los integristas “es duro que te amen los gilipollas”?
El proceso judicial va más allá de Charlie Hebdo. Esto lo comprendimos mis abogados y yo mismo, nada más enterarnos de que nos llevaban a los tribunales por haber reproducido las caricaturas de Mahoma. Estuvo en juego el funcionamiento de la democracia porque, cuando se nos denuncia, la cuestión que se plantea es: ¿quién decide el límite de la libertad de expresión, el legislador elegido por el pueblo o la presión de los grupos religiosos?
Dalil Boubakeur, presidente del Consejo Francés del Culto Musulmán (CFCM), le dijo que no quería llevar a juicio a Charlie Hebdo. Sin embargo, al final lo hizo. ¿Por qué?
A mi entender, al señor Boubakeur le dan absolutamente igual las caricaturas de Mahoma. El juicio que nos monta le molesta más que otra cosa. A Boubakeur lo acorralaron los líderes políticos y religiosos de Francia. Todos le pidieron que llevara a Charlie Hebdo ante los tribunales. Su principal problema era que presidía en minoría el CFCM. El CFCM está compuesto mayoritariamente por radicales, a saber, los integrantes de las Organización Islámicas de Francia (OIF). Éstos son los que hicieron presión para que se llevara a mi publicación ante los tribunales. Por otro lado, a Boubakeur le presionó el mismísimo presidente de la República francesa en 2007, Jacques Chirac.
¿No es ese un gesto incompresible por parte del presidente de un país laico?
Chirac desarrollaba lo que se llama “política árabe de Francia”. Ésta se traduce en el apoyo francés a los regímenes árabes a cambio de la venta de armas. Además, Chirac siempre ha tenido muy buena relación con Arabia Saudí y siempre ha hecho todo lo posible para que Francia no perjudique a sus contactos con el régimen wahabí. Por eso mostró a los árabes que Francia no se quedaría sin hacer nada ante la publicación de las caricaturas que tanto enfadan en el mundo islámico.
¿Temió en algún momento que secuestraran la edición de Charlie Hebdo que contenía las caricaturas de Mahoma?
Los políticos y los religiosos lo intentaron. Pero no lo lograron. Secuestrar el número de una publicación en Francia es algo que no ha ocurrido desde el final de la Segunda Guerra Mundial. Luego nos llevaron ante la Justicia, que nos dio la razón.
Cuando secuestraron El Jueves por caricaturizar al actual rey español y su esposa se dijo que aquella medida judicial era la mejor campaña publicitaria posible. ¿Las caricaturas de Mahoma fueron la mejor campaña de marketingpara Charlie Hebdo?
Secuestrando una publicación se hace un mártir, eso está claro. Pero es la mayor estupidez imaginable por parte de las autoridades de un país. Todavía no me explico cómo pudo ocurrir eso en España y cómo en Francia fue algo que intentaron a toda costa Jacques Chirac y su primer ministro, Dominique de Villepin.
La justicia francesa acabó dando la razón a Charlie Hebdo. ¿Cree que tras esta decisión ha mejorado el estado de la libertad de prensa en Francia?
El juicio en primera instancia nos dio la razón, y también lo hizo la Corte de Apelación. Ambas decisiones son muy importantes para la libertad de prensa. Estas decisiones fijan jurisprudencia pero además todo el mundo se ha hecho eco de la cuestión. Por tanto, los jueces deben saber que un Estado de derecho puede existir sin que se materialicen las amenazas de atentados de islamistas radicales. Si hay atentados, será por otras razones, pero no porque una publicación se ría de los integristas.
Los hay que dicen que Charlie Hebdo, aunque no haya sido declarado culpable por atentar contra los musulmanes, ha atentado contra la responsabilidad cívica. ¿Qué opinión le merece esta apreciación?
Esa es la opinión de Tariq Ramadan, un intelectual que ha escrito artículos en esa línea. Ramadan no es un moderado. Él quiere que el Islam influya en las leyes de las democracias. En suma, quiere que las democracias se adapten al Islam. No es mi opinión.
El juicio contra las caricaturas se desarrolló en plena campaña presidencial de 2007. El conservador Nicolas Sarkozy apoyó a su publicación. Desde la izquierda le mostró su apoyo la candidata socialista, Ségolène Royal, a través de un SMS. ¿Fue algo tibio ese apoyo?
Todo el arco político democrático nos apoyó en el juicio. Lógicamente la extrema izquierda no nos apoyó porque está fascinada en parte con el islamismo entendido como forma de lucha contra EEUU e Israel. La extrema derecha tampoco nos apoyó. Royal ha sido candidata a la jefatura del Estado y debería haber expresado su opinión sobre la cuestión públicamente. Lo hizo de manera privada con su mensaje de móvil pero una candidata a la Presidencia de la República debería habernos apoyado en público. Lamento mucho su actuación. Menos mal que François Hollande vino al juicio para declarar a nuestro favor.
www.eldiario.es