Antes, los chistes y las historietas de los
periódicos eran eso que llamábamos «una nota de humor». Luego, se extendió el
hábito de considerarlos editorialistas, nada menos, una operación peligrosa: se
descarga de su responsabilidad a quien tiene la obligación de ver, discriminar,
juzgar y proponer: por lo visto, nos parecía tan pesada la tarea que la dejamos
en manos de quienes no estábamos, bajo ningún concepto, dispuestos a leer.
Ahora, los humoristas gráficos se han convertido en una especie de parque o
zona verde, un lugar donde aún es posible mirar y entender sin furia, ruido e
impunidad, un lugar inteligible en el manicomio.
Por eso mucha gente empieza el periódico por El Roto o Forges. O por mi colega
el genial Ortifus, de quien era vecino antes de que me trasladaran al bosque de
columnas. Son mi gente, con quienes he perpetrado algunas docenas de papeles
volanderos que iban del humor inmaterial y alado al mordisco caníbal, a fin de
cuentas y aunque leído y viajado, sigo siendo el gato callejero que roba una
morcilla y sale corriendo. Humoristas gráficos como Harca, mi amigo Juli
Sanchis, que acaba de ganar un premio en el Salón Mercosur de Humor
Internacional con una viñeta sobre el papa austral, Francisco: El tango de los
pobres, se titula. Bueno, este papa es un gran retórico, es argentino, como la
sátira de Mongolia, pero también Obama hacía unos discursos que deben de
provocar el morado apopléjico de envidia en María Dolores de Cospedal, tan
balbuciente. Con los discursos nos hemos quedado.
Harca pertenece a la casta, ibérica como ninguna, de los empeñosos, de los mejor dotados para la espeleología que para el alpinismo. El castellonero Xipell, otro gráfico, también va bien pertrechado de empeños: por el sistema de postulación (en el que he participado) acaba de alumbrar El último mono en Onada Edicions, una editorial respetable. Buen título: el último (mono) se lo dedicaría yo, si supiera dibujar, al rey, por ejemplo, que aparece en un chiste de El Jueves diciendo: «Soy el perfecto rey de este país: España y yo estamos igual de hechos polvo».
Harca pertenece a la casta, ibérica como ninguna, de los empeñosos, de los mejor dotados para la espeleología que para el alpinismo. El castellonero Xipell, otro gráfico, también va bien pertrechado de empeños: por el sistema de postulación (en el que he participado) acaba de alumbrar El último mono en Onada Edicions, una editorial respetable. Buen título: el último (mono) se lo dedicaría yo, si supiera dibujar, al rey, por ejemplo, que aparece en un chiste de El Jueves diciendo: «Soy el perfecto rey de este país: España y yo estamos igual de hechos polvo».
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